Luego de la muerte de mi esposa, Helena, y mi hijo, Theodor, en un accidente de transito me mude con mi hija Sofia a una enorme casa en los alejados bosques de Zabath.
Adquirí esta mansión por una suma increíblemente baja por lo que sospechaba que estaría echa pedazos. Grande fue mi sorpresa al llegar allí al ver que la casa estaba en perfectas condiciones.
Elegí esa antigua vivienda entre muchas por su lejanía con la ciudad a la que tanto resentimiento guardaba por la muerte de mi mujer y la de mi hijo.
La mansión estaba compuesta por dos pisos mas el sótano, por fuera el color blanco que antes tenia se estaba transformando en un gris opaco, pero no era nada que un poco de pintura no pudiera arreglar.
Era el lugar perfecto para empezar de nuevo, el lugar perfecto para que Sofia se olvidara de los problemas por un tiempo y el lugar perfecto para retomar mi trabajo de escritor.
Lo mas cercano que teníamos era, por supuesto, el pequeño pueblo de Zabath que se encontraba a, aproximadamente, 15 kilómetros. El lugar contaba con pequeñas casas, una estación de servicio, una biblioteca que compartía edificio con la escuela, un pequeño destacamento de la policía, uno de bomberos, un hospital y por su puesto un pequeño centro donde se ubicaban tiendas de ropa y algún que otro restaurante.
A principios del año terminamos de mover todo desde nuestra antigua casa y Sofia empezó el colegio en Zabath.
La primera noche en la mansión descubrimos que había ratas, sentíamos como arañaban las paredes provocando un ruido horrible que nos desvelo. Debido a eso decidí regalarle a Sofia dos gatos que fueron nombrados Emily y Castle. Aun así ese infernal sonido producido por los roedores no se detuvo. Pero simplemente dejamos de darle importancia.
La semana transcurrió con normalidad aunque con mucho silencio, el bosque parecía estar encantado debido a su falta de sonido. A veces por las noches se el único sonido que mis oídos percibían eran mis manos escribiendo rápidamente mi nueva novela y por su puesto el maldito sonido de las ratas.
Sofia, con la increíble facilidad de una niña de 8, hizo amigos de manera casi inmediata por lo que aveces, durante la tarde, la mansión se inundaba de las contagiosas risas de los niños que se cortaban de repente antes de las 19 horas, debido a que sus padres venían apurados y los retiraban de manera inmediata y a pesar de los intentos de Sofia de convencer a los padres de que dejen que alguna de sus amigas se quede a dormir en la casa estos siempre terminaban convenciéndola a ella de quedarse a dormir en la casa de ellos.
Al principio me pareció que lo hacían por cortesía luego comenzó a parecerme extraño, pero jamas me atreví a preguntar la razón, ya que supuse que ese denso bosque podía inquietar hasta el mas valiente de los hombres y no querrían que sus niños se quedaran en el.
Luego de un mes estaba empezando a acostumbrarme al silencio del bosque y al sonido de las ratas cuando una tormenta como nunca antes había visto se desato iluminando con sus rayos las habitaciones de la vieja vivienda. Di vueltas en mi cama intentado dormirme y estaba a punto de conseguirlo cuando un grito desesperado me heló la piel e hizo que saltara de mi cama.
Supe en ese momento que era mi pequeña Sofia la que había proferido ese horrible alarido.
A pesar de que el miedo recorría mi cuerpo, corrí a toda velocidad hasta su habitación y entre empujando con fuerza la puerta. Y ahí estaba Sofia.
Sentada en la cama mirándome con sus enormes ojo verdes con la cara media tapada.
Luego de un segundo finalmente hablo.
- Theo esta aquí - Dijo inocentemente refiriéndose a su hermano mayor, pero lo dijo con una convicción que me petrifico.
- Sofi, vuelve a dormir amor, hablaremos de esto mañana.- Me acerque y la bese en la frente y ella con una sonrisa puso su cabeza cubierta de sus rubios cabellos en la almohada y se durmió como si nada hubiera pasado.
No pude volver a dormir y al otro día trate de no preguntarle por lo que había pasado la noche anterior asociándolo con una pesadilla.
Pero cuando este mismo episodio se repitió una noche mientras me encontraba escribiendo, no pude evitarlo y pregunte a mi hija sobre lo que había visto.
- Vi a Theo papi - Dijo sonriente, yo suspire.
- Sofia, Theo murió hace mas de 2 meses, es imposible que lo hayas visto - Su cara cambio totalmente ante mi respuesta, se veía ofendida porque yo no le creía.
- Yo se lo que vi papá, vi a Theodor, quería jugar conmigo - Tuve que contener las lagrimas al recordar como Theo jugaba con su pequeña hermana.
- Esta bien hija, ve a jugar tengo que seguir con mi novela - Ella volvió a sonreír tiernamente, me beso en un cachete y salio a el patio de la mansión.
Una vez que ella se encontró afuera subí a mi habitación y rompí en llantos desconsolados hasta que entre lagrimas vi algo que capto mi atención. Era la puerta de mi habitación. Se encontraba arañada como si alguien hubiera querido escribir algo con las uñas. Inmediatamente culpe a los gatos y comencé a buscarlos por toda la mansión pero estos no aparecieron y cuando pregunte a Sofia por ellos dijo que hacia varias noches que no los había visto.
Imagine que se había ido al bosque y prometí a Sofia salir a buscarlos, aunque no tenia esperanzas de encontrarlos en semejante bosque.
Así que olvide por un tiempo los rayones en la puerta de mi habitación y me puse en la titanica tarea de buscar los gatos en semejante bosque.
No había caminado mas de media hora cuando llegue a un lugar que era un perfecto circulo en el medio del bosque. Pero eso no era lo mas extraño, lo extraño fue encontrar en el medio del circulo 4 lapidas y sentir un olor a putrefacción que me provoco arcadas.
Me acerque a las tumbas con una mano en sobre mi boca y nariz para evitar el olor y cuando me encontré al lado de estas quite con mi otra mano el moho que cubría los nombres y fechas.
Comprobé con sorpresa que se trataba de una familia y curiosamente todas tenían la misma fecha.
Las lapidas rezaban "Arthur Mills 1932 - 1986", "Barbara Mills 1940 - 1986", "Aron Mills 1974 - 1986" e "Irene Mills 1980 - 1986".
Lo siguiente que descubrí fue de donde provenía el espantoso olor, a no mas de 2 metros de donde se encontraban las lapidas se encontraban colgados de un árbol los putrefactos cuerpos de Emily y Castle, despellejados y con el abdomen abierto, busque en el piso los órganos de los gatos pero aparentemente quien los mato se los había llevado. Había un rastro de sangre que se podía distinguir entre las hojas.
Volví a las lapidas y tome fotos de los nombres para no tener que volver a ese lugar que me producía escalofríos y comencé a seguir el rastro de sangre dejado por los órganos de los gatos cuando su asesinos los llevaba.
Cada paso que daba siguiendo ese rastro de sangre me hacia temblar de horror. Yo sabía exactamente a donde se dirigía.
Cuando el rastro de sangre desapareció me encontraba a 5 metros de la mansión que ocupaba con mi hija. Y desde el lugar en el que me encontraba podía ver atemorizado como Sofia jugaba en el patio.
Esa noche le dije que no había podido encontrar a los animales y mentí diciéndole que al otro día pediría a la policía que los buscara.
Fue otra noche en esa casa que no pude dormir, y las ratas parecían estar mas activas que nunca.
Al día siguiente deje a Sofia en la escuela y me dirigí inmediatamente a la biblioteca. La curiosidad carcomía mi mente. No pude dejar de pensar en esos nombres tallados en piedra. Y sabiendo que todos murieron el mismo día, supuse que en un accidente. Cosa que los periódicos no iban a poder ignorar.
Luego de una hora en la biblioteca finalmente encontré el articulo que estaba buscando, me hubiera resultado mucho mas fácil sabiendo la fecha exacta de la defunción, pero la tediosa tarea ya había terminado.
La familia Mills, era una familia proveniente de El Reino Unido, el "líder" de la familia, el famoso empresario Arthur Mills se había venido a instalar a esa mansión en los años 60, e inmediatamente se hizo conocido entre los pobladores, principalmente por ser una borracho y maltratar a su mujer. A pesar de eso el nunca logro poner un dedo sobre sus hijos, Barbara, su esposa, los escondía en el sótano y recibía ellas los golpes y abusos del hombre.
Hasta que llego el inevitable día en que el viejo Arthur cruzo la raya, había llegado terriblemente borracho a su mansión y luego de golpear terriblemente a su esposa, subió a su habitación -Que era la que yo ocupaba actualmente- tomo una escopeta que guardaba bajo la cama y mato a su esposa.
Al darse cuenta de lo que había echo se suicido, y nunca mas se volvió a saber nada de sus hijos, desaparecieron de una noche para otra.
Quede desconcertado al enterarme de eso, si estaban desaparecidos, ¿Por que estaban sus tumbas con la misma fecha que la muerte de su padre y de su madre?
Un viejo policía que se encontraba al borde del retiro me explico que suponían que el viejo había matado también a los niños y los había escondido en algún lugar del bosque, así que simplemente pusieron las tumbas para dar una especie de "cierre" a la historia.
Con mi curiosidad satisfecha volví a la mansión para escribir los capítulos finales de mi novela y esperar la hora en la que Sofia saliera de la escuela.
Pude descansar en paz por 2 días, ya que el tercero un ruido en la planta baja, mas precisamente en el living, me despertó. Me levante sobresaltado y comprobé que Sofia siguiera en la cama, me asome solamente hasta la puerta y comprobé que así era, no supe si debía angustiarme o aliviarme, si ella estaba ahí significaba que estaba a salvo, pero que alguien había irrumpido en la casa.
Baje con manos temblorosas las largas escaleras y podía ver a pesar de la oscuridad que inundaba el salón que todo se encontraba echo un total desorden. Me arme de valentía y me dirigí al living.
La sala se encontraba aun mas desordenada, pero en fin vacía, así que suspire aliviado y encendí la luz. En ese momento decidí no haberlo echo nunca, la pared estaba manchada de sangre y estaba totalmente arañada, contuve un grito ahogado y me acerque con mi cuerpo temblando hacía la sangre que había dejado un rastro que conducía a la cocina.
Dude por un segundo si debía abrir la puerta, pero finalmente lo hice.
Arriba de la mesa donde solía preparar la comida se encontraba con profundos cortes en el cuello, la cara y las piernas, Sofia, mi hija. Eso fue demasiado para mi, caí de rodillas y rompí en llantos.
De repente un escalofrió recorrió mi espalda. Si Sofia se encontraba muerta en la cocina. ¿Quien estaba en su cama?
Me levante y tome un cuchillo mientras una rabia asesina nublaba mi mente. Quien se encontraba durmiendo plácidamente en la cama de mi hija tendría que ser su asesino. Subí sujetando firmemente el cuchillo, todavía no seguro de lo que iba a hacer cuando agarrara al ocupante de la habitación.
Llegue hasta la puerta y tome grandes bocanadas de aire.
Abrí la puerta despacio y vi que alguien todavía ocupaba su cama. Me acerque en puntas de pie hasta el lado de la cama. Suspire lentamente y arranque la sabana.
Deje al descubierto a una niña pequeña con el pelo de color gris, totalmente sucia, aunque podía notar que su piel era blanca como la leche, y con unos ojos oscuros como la misma noche que me miraba con una mezcla de espanto y sorpresa.
Estaba atónito, esa chica no había matado a mi hija, no tenia ni una mancha de sangre.
Estaba a punto de tocarla para comprobar si era real, cuando vi que su vista se clavaba en el cuchillo que llevaba en la mano y antes de que pudiera reaccionar lanzo un grito horrible, que me hizo retroceder y mirarla horrorizado, era una chica que vivía en un estado "salvaje".
De repente sentí un dolor tremendo detrás de mi cabeza y me desmaye...
Cuando tome conciencia, alguien un poco mas grande que la pequeña niña que caminaba con sus ojos clavados en mi, me estaba arrastrando hacia mi habitación. Cuando nos encontrábamos en ella vi como la niña que estaba durmiendo la cama de Sofia empujaba mi cama hacia un costado con un gran esfuerzo y abría una especie de compuerta que se encontraba debajo de esta.
La niña bajo y luego el mayor me arrastro al mismo agujero.
Comprendí algo, el ruido de las "ratas" no era otra cosa que ellos moviéndose entre las paredes de mi casa.
Avanzamos por los estrechos pasillos de las paredes hasta que llegamos hasta un especie de agujero. La niña se arrojo primero. Y luego el mayor se giro y me miro con una sonrisa macabra y los mismos ojos que la pequeña, por lo que deduje que eran hermanos. Su ropa sucia se encontraba totalmente manchada de sangre. El era el asesino de mi pequeña. Trate de liberarme pero me arrojo con sus manos ensangrentadas al agujero. Llegue a un lugar con una tenue iluminación y caí en la cuenta que estaba donde Barbara escondía a sus hijos de los terribles abusos de su padre. Y allí estaban ellos...
En un rincón iluminados por la débil luz de una lampara de aceite vieja y oxidada se encontraban los adultos Aron e Irene. Junto a ellos se encontraba la sucia niña que dormía en la cama de mi hija , y que casi con seguridad era hija de la pareja de hermanos, segundos mas tarde se unió a ellos el asesino de Sofia todavía con esa sonrisa macabra en su rostro.
Me aleje hasta un rincón atemorizado.
Veía como sus oscuros ojos me inspeccionaban de arriba abajo sin parpadear, mientras que Aron murmuraba por lo bajo y rápidamente produciendo un ruido desesperante.
- ¿¡Que quieren de mi?! - Pregunte pero no hubo respuesta, mas que sus mirada y los murmullos.
Comencé a examinar la pequeña "habitación" en la que me encontraba, el suelo estaba repleto de huesos de animales pequeños, sobre todo ratones. En un rincón había un balde con agua. Las paredes eran de madera.
Sabía lo que me esperaba si me quedaba ahí. La muerte.
De ninguna manera iba a dejar que me maten esas personas.
El asesino de Sofia se paro y tomo un cuchillo, Aron seguía murmurando por lo bajo, produciendo un sonido que me enloquecía. Cuando tuve lo suficientemente cerca a el asesino me abalance sobre el y lo tire al suelo. Aron intento ayudar a su hijo mientras yo me arrastraba frenéticamente hacía la lampara.
Finalmente la tuve al alcance de la mano. La levante y la arroje contra la pared de madera esperando que funcione. Y así fue... La pared comenzó a encenderse con una rapidez impresionante y en cuestión de segundos pude ver como las llamas cubrieron el techo. El asesino de Sofia se abalanzo sobre mi con la mirada llena de rabia y clavo su cuchillo en mi pecho, el dolor fue tremendo pero yo sonreía al escuchar los chillidos de las criaturas que asesinaron a mi hija.
Gritaban desesperados mientras las llamas los consumía.
El calor se estaba volviendo insoportable, pero ya no había escapatoria. Esa habitación en llamas era nuestra tumba...
Finalmente el techo se desplomo y yo me desmaye...
Desperté.
Me contaron que tenia quemaduras graves en mas del 40% de mi cuerpo, sobre todo en el torso y en las extremidades, pero que iba a sobrevivir.
Me encontraba en la unidad de quemados, en el hospital de Zabath.
Gire mi cabeza a la derecha inspeccionando la habitación, y comprobé que no había nadie.
Pero al girar mi cabeza hacía el otro lado vi que en la cama que estaba al lado mio se encontraba alguien totalmente vendado. Esta persona giro su cabeza y me miro fijamente y en ese preciso momento me estremecí...
Unos ojos oscuros y cargados de ira me miraban entre las vendas...